Cómo y cuándo se plantan los garbanzos
Cuando decidimos embarcarnos en esta aventura de cultivar nuestros propios garbanzos, es fundamental conocer los momentos adecuados para sembrar.
En España, la fecha recomendada para sembrar los garbanzos puede variar según la región y el clima local, pero por regla general, la siembra del garbanzo generalmente se realiza en los meses de noviembre o principios de diciembre.
El cultivo requiere luz solar y poca sombra y se adapta bien a zonas cálidas.
En el siguiente apartado, aprenderemos el proceso paso a paso para sembrar los garbanzos y lograr que crezcan sanos y fuertes.

¿Cuándo se debe sembrar en España?
En España, la fecha de siembra de los garbanzos depende en gran medida de las condiciones climáticas y del área geográfica.
Generalmente, se recomienda sembrar los garbanzos en primavera, una vez que las heladas hayan pasado y las temperaturas sean más cálidas. Sin embargo, esta fecha puede variar ligeramente según la región.
La siembra del garbanzo es una práctica común en muchas regiones españolas y se procede tanto en campos agrícolas como en huertos caseros.

Es importante elegir un lugar adecuado para sembrar los garbanzos, preferiblemente con suelos bien drenados y expuestos a mucha luz solar.
Además, es fundamental preparar el terreno antes de la siembra eliminando malas hierbas y asegurando que el suelo esté suelto y nutrido.
Al sembrar los garbanzos en huerto, es recomendable hacerlo a una profundidad adecuada, generalmente alrededor de 4-6 centímetros y un buen drenaje. Los suelos neutros o ligeramente ácidos favorecen el desarrollo y la cosecha.
Se pueden sembrar directamente en el suelo o utilizar macetas o contenedores para cultivarlos en espacios más limitados como balcones o terrazas.
Una vez que los garbanzos han sido sembrados, es fundamental proporcionarles un riego regular para mantener el suelo húmedo pero no inundado.
El exceso de agua puede provocar enfermedades como la antracnosis o la roya.
También es recomendable realizar tratamientos preventivos contra plagas comunes como el pulgón del garbanzo o los gorgojos.


¿Dónde?
Las plantas de garbanzo necesitan una buena cantidad de luz para crecer adecuadamente y desarrollar vainas saludables y abundantes. Por lo tanto, evita las áreas sombreadas o con poca exposición al sol.
Además de la luz, también es importante considerar las condiciones de humedad del área donde planeamos plantar los garbanzos. Aunque estas legumbres son bastante resistentes a la sequía, en su etapa inicial pueden ser más sensibles a la falta de agua.
Por lo tanto, te recomendaría buscar zonas húmedas o asegurarte de contar con un sistema adecuado de riego para mantener el suelo húmedo pero no empapado.
Otro aspecto crucial a tener en cuenta es la calidad del suelo donde se van a sembrar los garbanzos.
Antes de comenzar la siembra, debemos preparar el suelo adecuadamente para proporcionarle los nutrientes necesarios a nuestras plantas.
Para ello, podemos añadir materia orgánica al suelo, como compost o estiércol bien descompuesto.

Este paso ayudará a mejorar la estructura del suelo y proporcionará los nutrientes necesarios para un buen desarrollo de las plantas.
Si tienes la opción, intenta evitar sembrar tus garbanzos en áreas donde haya habido problemas previos con plagas o enfermedades asociadas al cultivo del garbanzo como heliothis o antracnosis.
Estos problemas pueden afectar negativamente el rendimiento de tus garbanzos. Además, si optas por sembrar en macetas o recipientes, asegúrate de utilizar sustratos adecuados y esterilizados para evitar la presencia de gorgojos u otros insectos indeseables.
¿Cada cuánto se debe regar?
El riego es un factor clave en el cultivo de los garbanzos, ya que estas plantas necesitan una cantidad adecuada de agua para su crecimiento y desarrollo. La frecuencia con la que se debe regar depende de diferentes factores, como el clima, la textura del suelo y las etapas de crecimiento de la planta.
En general, durante la siembra y germinación, es importante mantener el suelo ligeramente húmedo. Para lograr esto, puedes regar suavemente a diario o cada dos días.
Es fundamental no excederse en el riego durante esta etapa temprana, ya que podría afectar negativamente la tasa de germinación.
Una vez que las plantas hayan desarrollado unas pocas hojas verdaderas y hayan superado la etapa inicial, puedes reducir gradualmente la frecuencia del riego a medida que las raíces se fortalecen.
En condiciones normales y en ausencia de precipitaciones regulares, un riego cada tres o cuatro días puede ser suficiente. Los garbanzos requieren mucha agua para producir vainas llenas.
Durante la fase de floración y formación de vainas, es necesario asegurarse de mantener el suelo constantemente húmedo pero sin llegar a saturarlo. Puedes utilizar técnicas como el riego por goteo o aspersión para asegurarte de que todas las plantas reciban una cantidad uniforme de agua.
Para evitar enfermedades fúngicas como la antracnosis o roya fusarium causadas por un exceso de humedad en las hojas y tallos del garbanzo, evita regar directamente sobre las partes aéreas de la planta.
En su lugar, riega cerca de la base de la planta, usando una mezcla de agua y fertilizantes orgánicos para proporcionar los nutrientes necesarios.
¿Cómo preparamos la tierra?

Lo primero que debemos hacer es limpiar el área de malas hierbas y cualquier otro tipo de vegetación no deseada que pueda competir con los garbanzos por nutrientes y espacio. Para ello, podemos arrancarlas manualmente o emplear algún herbicida ecológico.
Una vez limpia el área, es importante arar o escardar la tierra para aflojarla y eliminar cualquier posible compactación.
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Además, esto facilitará la penetración del agua y las raíces podrán expandirse mejor en busca de nutrientes.
Es recomendable realizar este proceso unas semanas antes de la siembra para permitir que la tierra repose.
Si tenemos acceso a estiércol o compost, podemos incorporarlo al suelo en esta etapa para enriquecerlo con materia orgánica y mejorar sus propiedades físicas, como el drenaje y la retención del agua.
Si no contamos con estos recursos, también existen fertilizantes orgánicos en el mercado que podemos utilizar según las indicaciones del fabricante.
Los garbanzos prefieren suelos con buen drenaje, ya que no toleran el exceso de humedad.
En zonas húmedas, es recomendable crear camellones o montículos donde sembrar los garbanzos para evitar posibles encharcamientos.
Cómo sembrar garbanzo paso a paso
Los pasos para la siembra del garbanzo son: limpieza del terreno, preparación del suelo, introducción de la semilla en zanjas espaciadas, selección de plantas, cuidados como riego y soporte para su crecimiento, y prevención y control de enfermedades y plagas.
Una vez que has preparado el suelo adecuadamente, es hora de sembrar los garbanzos. Aquí te mostraré paso a paso cómo hacerlo de manera sencilla y efectiva.
- Primero, selecciona los mejores granos de garbanzo para obtener una buena tasa de germinación. Puedes conseguirlos en tiendas especializadas o utilizar semillas provenientes de cosechas anteriores. Asegúrate de elegir granos sanos y sin daños visibles.
- Luego, haz pequeños agujeros en el suelo con una separación aproximada de 20 centímetros entre ellos.
- La profundidad debe ser alrededor de 3-4 centímetros. Deposita un grano en cada agujero y cúbrelas con tierra suavemente, presionando ligeramente para asegurar una buena conexión entre la semilla y el sustrato.
- Es importante mantener el área libre de malas hierbas que puedan competir con las plantas jóvenes por nutrientes y espacio. Puedes hacerlo regularmente utilizando herramientas manuales o aplicando herbicidas naturales como vinagre o agua caliente mezclada con jabón biodegradable.
- Una vez sembrados los garbanzos, es fundamental proporcionarles las condiciones óptimas para crecer bien. Necesitan mucha luz para desarrollarse correctamente, por lo que debes ubicarlos en un lugar soleado donde reciban al menos 6 horas diarias de luz directa.
- Además, asegúrate de regar regularmente pero evitando el exceso, ya que necesitan buen drenaje para evitar enfermedades como la antracnosis.
Plagas y enfermedades del garbanzo
Las plagas y enfermedades son una preocupación común en el cultivo del garbanzo.
- Una de las plagas más comunes es el pulgón, que afecta principalmente a las plantas jóvenes. Estos pequeños insectos se alimentan de la savia de la planta y, si no se controlan, pueden debilitarla e incluso causar su muerte. Para combatir el pulgón, se puede preparar una mezcla de agua y jabón y rociarla sobre las plantas afectadas.
- Roya (Uromyces ciceris-arietini): Es una enfermedad fúngica que causa la formación de pústulas de color óxido en las hojas y tallos. Para prevenirla, es recomendable usar variedades resistentes, rotar los cultivos y eliminar los residuos de la cosecha anterior.
- Fusarium oxysporum f.sp. ciceris: Este hongo ataca las raíces del garbanzo causando marchitamiento vascular. Para prevenirlo, se debe mantener un buen drenaje del suelo, rotar los cultivos y utilizar variedades resistentes.
- Ascochyta rabiei: Este hongo provoca la aparición de manchas oscuras en las hojas, tallos y vainas. Se puede prevenir mediante la rotación de cultivos, la eliminación de residuos de cultivos y la utilización de variedades resistentes.
- Pulgón del guisante (Acyrthosiphon pisum): Este insecto causa daño succionando la savia de la planta. Para su control se puede recurrir al uso de insecticidas autorizados y/o promoviendo la presencia de sus enemigos naturales, como las mariquitas.
- Gorgojo del garbanzo (Bruchus rufimanus): Este insecto puede causar daños significativos al depositar sus huevos en las vainas y las larvas se alimentan de las semillas. Se pueden emplear trampas de feromonas para monitorizar su presencia y decidir cuándo es el mejor momento para usar insecticidas.
- Nematodos de la especie Meloidogyne: Estos gusanos microscópicos atacan las raíces del garbanzo. Para prevenirlos, se recomienda la rotación de cultivos, el uso de variedades resistentes y, si es necesario, nematicidas.
Además de estas plagas y enfermedades específicas del garbanzo, también es importante tener en cuenta otras amenazas como las malas hierbas. Estas competidoras pueden reducir el crecimiento del cultivo e incluso asfixiarlo si no se controlan a tiempo.
La mejor manera de evitarlas es preparando adecuadamente el suelo antes de sembrar los garbanzos y utilizando técnicas como mulching y deshierbe manual.
¿Cómo plantar garbanzos en una maceta?
Cuando no se cuenta con un espacio adecuado en el jardín, sembrar garbanzos en una maceta es una excelente alternativa. Esto nos permite disfrutar de esta deliciosa leguminosa incluso si vivimos en un apartamento o si nuestro patio es pequeño.
Sin embargo, debemos tener en cuenta ciertos aspectos para asegurar el éxito de nuestro cultivo.
En primer lugar, debemos elegir una maceta lo suficientemente grande para permitir que las raíces de la planta se desarrollen correctamente.
Una maceta con un diámetro de al menos 30 centímetros y una profundidad de 30-40 centímetros será ideal.
Además, es importante asegurarse de que la maceta tenga agujeros en la base para garantizar un buen drenaje y evitar que el agua se acumule y pudra las raíces.
En cuanto al sustrato, es recomendable utilizar una mezcla bien equilibrada que proporcione los nutrientes necesarios para el crecimiento del garbanzo.
Se puede preparar una mezcla utilizando aproximadamente dos partes de tierra de jardín, una parte de materia orgánica como humus de lombriz o compost, y una parte de arena para mejorar la aireación.
Se debe sembrar los garbanzos en la maceta cuando haya pasado todo riesgo de heladas y las temperaturas sean más cálidas.
La época ideal puede variar dependiendo del clima y la zona donde nos encontramos, pero generalmente se recomienda sembrarlos a mediados o finales del invierno para poder disfrutarlos durante la primavera o principios del verano.
Existen dos formas de siembra: por semillero, que tarda de 10 a 15 días en germinar, o de forma directa para terrenos grandes y productivos.
Para sembrar los garbanzos en la maceta, usa semillas certificadas que tengan una alta tasa de germinación.
Antes de sembrarlas, es conveniente dejarlas en remojo durante unas horas para ablandar la cubierta exterior y facilitar la germinación.
Luego, podemos colocar las semillas a una profundidad de aproximadamente 3-4 centímetros en el sustrato, separándolas unos 5-10 centímetros entre sí.
Una vez sembrados los garbanzos en la maceta, es importante proporcionarles un lugar con mucha luz. Debemos ubicar la maceta en un lugar soleado donde reciban al menos 6 horas diarias de luz directa.
Además, debemos regar regularmente y mantener el sustrato ligeramente húmedo pero sin encharcarlo.
El cultivo del garbanzo proviene del Mediterráneo Oriental (Turquía, Grecia y Siria) y es una leguminosa con alto contenido de vitaminas y minerales.
Recomendaciones finales
Una vez que hemos sembrado nuestros garbanzos, es hora de observar cómo crecen y se desarrollan estas maravillosas plantas. La tasa de germinación de las semillas certificadas que hemos utilizado será determinante en este proceso. Es importante asegurarnos de haber seleccionado semillas de calidad para obtener buenos resultados.
Durante las primeras semanas, notaremos cómo las plántulas emergen del suelo, rompiendo la cáscara protectora de las semillas. En este punto, es crucial brindarles un cuidado adecuado.
Las plantas jóvenes requieren mucha agua y luz solar para crecer saludablemente.
Por ello, es recomendable regarlas regularmente y asegurarse de que estén expuestas a una buena cantidad de luz durante el día.
A medida que los días pasan, veremos cómo las plántulas crecen y desarrollan hojas más grandes y robustas.
Es importante controlar la presencia de plagas y enfermedades como la roya fusarium o el pulgón gorgojo que pueden afectar el cultivo del garbanzo.
Si observamos alguna señal de infestación, podemos utilizar remedios caseros como una mezcla de agua y jabón para eliminarlos. Una vez que nuestras plantas alcancen cierta altura, será necesario proporcionarles soporte mediante tutores o enrejados para evitar su caída debido al peso del follaje.
Además, debemos mantener el área libre de malas hierbas para evitar la competencia por nutrientes con nuestras plantas.
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